Perdón por el retraso y gracias por seguir el capitulo
Capítulo 10. Cambio de bando.
Año 20XX de nuestra época. Chichén Itzá.La zona arqueológica de Chichén Itzá se alza en Yucatán, México. Es el vestigio de una de las civilizaciones más importantes e inteligentes de nuestro planeta, la maya. Fue fundada cerca del año 525 después de Cristo y está compuesta por la gran Pirámide de Kukulcán, el juego de pelota, el cenote sagrado y el templo de los guerreros y de las 1000 columnas.
Cerca de la Gran Pirámide se encontraban varias excavaciones, donde tres personas husmeaban para encontrar el libro. Llevaban horas y horas buscando y por ahora aún no habían encontrado nada. El Sol volvía a esconderse en aquellos parajes y con la tenue luz de Luna, no podrían continuar con su búsqueda hasta el día siguiente.
- Tenemos que encontrarlo o deberemos permanecer aquí otro día más buscando. Este lugar me pone furiosa.- dijo La Voz enfadada.
- No es fácil buscarlo en un lugar tan grande. Además si fuéramos tres los que buscáramos y no solo dos.- se atrevió a decir Kavita.
- ¿Me estás diciendo que…?- pero de pronto Moon interrumpió a La Voz.
- ¡Lo he encontrado! ¡Al fin lo he encontrado!- dijo Moon mientras agitaba un libro polvoriento en las manos.
La Voz arrebató el libro de las manos de Moon y pasó las páginas una a una pero a una velocidad vertiginosa.
- Este libro… no podemos entregárselo al Amo, hay que destruirlo.- dijo La Voz con un tono seco.
- ¿Cómo que hay que destruirlo? Después de todo lo que nos ha costado.- inquirió Moon.
- No podemos permitir que este libro llegue a las manos del Amo.- volvió a repetir La Voz.
- ¿Cómo lo sabes? Ni siquiera sabes lo que pone.- se quejó Kavita. Al instante, la mano de La Voz rodeaba su cuello.
- Deja de quejarte, no sabes nada. Eres una sucia sin poderes y no puedes hacer nada contra mí. ¿Entiendes? Ya he leído el libro, gracias a mi poder.- le dijo La Voz.
- Calma, ¿qué es lo que pone si se puede saber?- preguntó Moon.
- En este libro está la clave para convertir a los sucios humanos como Kavita en alguien como nosotros. Con este libro el Amo podría otorgar poderes a la gente. Eso no lo puedo permitir.- explicó La Voz. Tragó saliva y continuó hablando.- Nuestros poderes fueron dados como un don divino, solo nosotros somos los mensajeros de Dios, un sucio humano no puede ser mensajero de Dios. El Amo nunca puede tener este libro, o dejaremos de ser mensajeros.
- Estoy contigo. No quiero que alguien tenga poderes sin haberlos merecido.- le replicó Moon.
- Ya me tienes harta.- le espetó Kavita.
Kavita desenfundó su pistola y disparó contra La Voz. Las balas chocaron contra su cuerpo, pero en vez de penetrarlo cada vez que una bala le tocaba se convertía en polvo. Cuando no le quedaron mas balas en el cargador, Kavita se abalanzó contra La Voz y le golpeó fuertemente en la cara. El brazo se estrelló contra su objetivo, pero en vez de encontrarse blanda piel, se dobló como si de goma se tratara y se partió como si hubiera golpeado un bloque de acero, provocando a Kavita un gran dolor.
- Te dije que no tenías ninguna oportunidad contra mí.- le dijo mientras le cogía de la cabeza y la alzaba.- Vamos a ir a por el Amo y lo vamos a destruir, por desgracia no estarás para verlo, podrías haberte quedado en el bando ganador, pero tu has decidido morir.
Un enorme pincho salió del centro de la palma de La Voz y atravesó limpiamente el cerebro de Kavita. La mujer daba un último suspiro mientras un hilillo de saliva le caía por la comisura de los labios.
- Dime Moon. ¿Tu estás conmigo?- le preguntó La Voz.
- Así es. No voy a permitir que nadie encuentre una solución para conseguir convertir humanos en lo que nosotros somos. Solo nosotros merecemos esta grandeza.- le contestó el hombre.- Aún así, solo somos dos, por muy poderosa que seas.
- Es cierto. Pero tú sabes donde hay más de nosotros ¿verdad? Tú también has estado allí. El edificio blanco de Siauliai. Allí hay mucha gente con poder que daría lo que fuera por enfrentarse al Amo. Nosotros los rescataremos y conseguiremos todo lo que queramos.- dijo La Voz con una mueca desagradable.
Moon solo sonrió ante el plan de su compañera. En ese momento, La Voz alzó el libro y este se convirtió en ceniza rápidamente. Ahora solo quedaba una cosa, ir a por el Amo.
Año 20XX de nuestra época. Washington D.C.Sigitas y Suzanne llevaban tres horas sentados en el coche, delante del edificio donde se encontraba Begegnung. Era un edificio viejo y roñoso, amarillento debido a toda la contaminación de la ciudad. Ambos salieron del coche y entraron sin ninguna dificultad. El interior del edificio no daba muy buenas vibraciones. Era un lugar lúgubre y mal iluminado. El ascensor estaba averiado y las paredes llenas de humedades.
Según la información que Penrod les había otorgado, Begegnung se encontraba en el tercer piso, en el apartamento 12. Ambos subieron por las mohosas escaleras. Eran estrechas y tenían que ir en fila india.
- No comprendo como alguien puede vivir aquí.- dijo Suzanne.
- Bueno, mejor aquí que en la calle.- le contestó Sigitas sonriendo.
Alcanzaron el tercer piso y tocaron a la puerta del apartamento 12. Nadie contestó. Sigitas volvió a aporrear la puerta con más fuerza, pero tampoco contestó nadie.
- Espera Sigitas. Bajaré la temperatura de la puerta y después de un empujón la derribaremos.- le dijo Suzanne poniendo una mano sobre esta.
La puerta pronto perdió el tono caoba y su textura de madera y se volvió más rígida y pálida. Cuando ambos lo vieron oportuno, se apartaron y arremetieron con gran fuerza derribándola.
- ¿Qué es todo ese ruido? No hacia falta que rompierais la puerta, ya estaba abierta.- contesto una voz de anciana al fondo del pasillo.
Sigitas y Suzanne se dirigieron hasta el final del pasillo. Aquella habitación parecía un lugar completamente diferente al resto del edificio. Era una habitación pintada de colores rojizos y decorada con extraños cuadros. Había tres sillones de color negro y en uno de ellos se encontraba sentada una anciana de pelo canoso y vestida de negro.
- Sigitas y Suzanne, supongo.- dijo la anciana.
- ¿Cómo sabes eso?- pregunto el joven algo desconcertado.
- Soy Begegnung, yo lo se todo, querido.- dijo la extraña anciana que cada vez le parecía más joven a Sigitas.- ¿No habéis tenido problemas con los guardias de fuera?
- No había nadie.- respondió Suzanne.
- Comprendo. Lo habrá, vendrán dos personas. Vlad, un hombre con un poder increíble, puede controlar su sangre a su antojo, además de extraer la sangre de los demás, algo parecido a un vampiro. Y Betelgeuse una mujer prácticamente invencible. No se le puede matar, al menos eso dicen. Se cura de cualquier herida o cualquier golpe recibido- dijo Begegnung sonriendo. Esta vez Sigitas no creyó estar imaginándose cosas, conforme hablaba la mujer había envejecido hasta ser una chica de unos treinta años. Su pelo canoso se había convertido en una preciosa melena negra y las arrugas de su cara habían desaparecido.
- ¿Por qué….?- iba a preguntar Sigitas cuando de pronto la mujer le interrumpió.
- Soy la única persona con varios poderes hasta la fecha. Nací así. Puedo saber con antelación las cosas que van a ocurrir, además si pienso en alguna persona puedo encontrarla en cualquier parte del globo. Por otra parte, puedo controlar la vejez y la juventud de mis células, por lo que puedo envejecer y rejuvenecer a mi antojo. E ahí la respuesta a la pregunta que ibas a formular.- respondió a la vez que volvía a envejecer.- Buscáis a La Voz, ¿verdad? Es una tarea muy peligrosa la que vais a emprender, pero es muy honorable hacerlo por un amigo. La Voz se dirige hacia Siauliai, va a reclutar un ejército de gente con poderes y si lo que he visto es verdad, nadie podrá detenerla.
De pronto dos personas entraron en la habitación, un hombre alto y corpulento, de pelo corto y rubio y de sonrisa malévola, llevaba una chaqueta negra sobre el torso desnudo, al igual que unos pantalones y unas botas negras. Mientras tanto, la mujer era de mediana estatura pero esbelta, tenía el pelo lacio y pelirrojo, ardiente como las llamas del Sol, un tatuaje descendía desde su cuello y se perdía entre sus ropas. Ella iba exactamente igual, pero debajo de la chaqueta llevaba un pequeño corsé de cuero negro.